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Too many, at times, it has that. To remain in a thread-thin stupor,
gaunt, in between. And much more, so much,
you don’t even remember the name, oh!, pain gives the anchor,
weak points on your side! It vibrates in the filaments
–perhaps– from all this, bruises emerge. Prosody from the plexus
at the drumroll, shame in the doorway, impotence the line
that the table draws in day’s net with the speed of heaven.
That point where the dart flames. The arrow skewers the heart,
Ah! A delicate crusade this delight. They pass in name
and blindness slows down with drums. It passes through the linear
and mixes as it distributes shares. It takes lint and inhales it,
it tenses the cord that ends knotted with what might be
the future. Nevertheless it prays.
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Demasiadas, a veces, tiene eso. Quedar en estupor
de hilo, enjuto, entre. De muchas más, de tantas,
que ni el nombre retiene, oh! el dolor da el anclaje,
los puntos débiles del flanco! En filamentos vibra
–capaz– de todo eso, salen lascas. Prosodia desde el plexo
en redoble, vergüenza debajo del zaguán, impotencia la línea
que dibuja la mesa en las redes de un día con la velocidad del cielo.
Ese punto donde el dardo es ardiente. La flecha ensarta un corazón,
Ah! Delicada cruzada esta delicia. Pasan en nombradía
y entorpece ceguera con tambor. Traspasa lo lineal
mezclando distribuye cuotas, toma la pelusa que aspira
tensa el cordel que queda hilvanado a lo que puede parecer
porvenir. Y sin embargo reza.
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Sound of snail rises in the night, it observes part of
a refuge: branches crunching underfoot in the grove,
it swallows against the sky's brilliance, murmur of ancestral
grasses at the boundaries of the forest. Here and there
a cooing, a tiny rain drop, the haloed pitchforks of
rain. Turmoils of child and mother have passed,
the wicked fabric of those songs that don't stop
a cart or a nettle, a fever in your forehead, a mutilated dream.
It turns the foot that binds the cortex to the mind. It turns
on itself, receiving the air that moves the acacias, and
there is something that never comes from air or acacia. It rains,
and the ghost of the rain keeps its distance. It recalls the dead,
pine cradle, resin perfume. It moves a little further
tracing its steps, a minimal line for the glow
a thread of blood on your cheek from when
its birth had hardly begun.
28
Ruido de caracol alza en la noche parte de un refugio
atisba: ramas crujiendo bajo un pie en la arboleda,
golondrinas contra el fulgor del cielo, murmullo de hierbas
ancestrales en las lindes del bosque. De aquí y de allá
un arrullo, una mínima gota, los nimbados horcones de
la lluvia. Se han pasado por alto los tumultos del hijo y
de la madre, las telas aviesas de esos cantos que no detienen
el carro ni la ortiga, fiebre en la frente, sueño mutilado.
Gira sobre ese pie que une la corteza a la mente. Gira
sobre sí mismo, recibe el aire que mueve las acacias, y
hay algo que no llega jamás del aire y de la acacia. Llueve,
y la lluvia del espectro se aparta. Rememora a los muertos
cuna de pino, perfume de resina. Avanza un poco más
sobre su propio paso, ínfima línea para el fulgor
hilo de sangre en la mejilla cuando apenas
el alumbramiento comenzaba.